Transgredir las normas o los preceptos propios de la sociedad en la que estamos inmersos, es, en cierta medida, alejarnos de la voluntad impuesta por una minoría de personajes que pretenden organizar nuestro espacio guiándonos en unos principios interesados, que después se convierten en sangrantes contradicciones.
Una sociedad con falsa moral no puede exigir el cumplimiento de preceptos y normas, si estas se mesuran con raseros diferentes en función de unos indicadores que responden y protegen oscuros intereses en función del poder de donde emanan.
Cuando la equidad social, ante la interpretación de las transgresiones, no sea un espejismo, el pecado civil tendrá una penitencia justa.
Cuando la equidad social, ante la interpretación de las transgresiones, no sea un espejismo, el pecado civil tendrá una penitencia justa.
El Argonauta Enmascarado.
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