Mundos como islas que asesinan tenazmente la empatía. La pluralidad de “muchos” es la singularidad de “unos y unas” que se desconocen. Yo, mi, me, conmigo y sin dejar escapar ni un gramo de pronombre para compartir. Extraños encerrados en urnas de insatisfacción. Protección distorsionada en miedo por el indeseado rechazo. Silencios y distanciamientos que tienen el amargo sabor del desengaño. Y la angustia de la timidez transformada en abrasadora incomunicación.
La soledad no deseada es el destierro involuntario que nos aparta, poco a poco, del balsámico suceso de las relaciones humanas.
El Argonauta Enmascarado.
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