No es bueno amurallar los sufrimientos esperando el oscuro silencio de la noche para padecer su médula en el sigilo de nuestra soledad. Hay que auxiliar las sensaciones de sus latigazos. El desahogo que produce compartir las angustias, merece la pena mucho antes que sentir las espinas de la soledad llenando, de heridas sangrantes, los recodos del alma. Sufrir en silencio es una opción que no nos proporciona el alivio adecuado, ni favorece el duro trámite de superar las situaciones adversas o dolorosas.
Compartir lo que sentimos nos ayuda a comprender mejor la esencia de la amistad y el cariño.
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El Argonauta Enmascarado.
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