Intentamos encontrar un adecuado y justo equilibrio entre la frialdad calculadora, carente de afectividad, de nuestra razón y la arrolladora y desmesurada tendencia de nuestra pasión. Sin embargo, es difícil conseguir que la razón no se llene de fanatismo, ni que los sentimientos dejen de oprimir en demasía la humana dimensión sensible.
Cuando no conseguimos nivelar nuestro raciocinio y nuestras emociones, la voluntad lo tiene mucho más difícil a la hora de tomar sus decisiones.
Imagen: Hombre de Vitruvian de Leonardo Da Vinci
El Argonauta Enmascarado
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