El pensamiento viaja libremente, indefinidamente. Carece de límites y no hay referencia que nos haga sentir el aliento de la verdadera realidad. Desde la peculiar urna de cristal, que nos protege y resguarda de la sustantividad material, buscamos la pura esencia del pensamiento, prescindiendo de las realidades exteriores. Parece que el concepto de eternidad quisiera hacerse comprensible, sintiéndolo en nuestro interior, saboreando lentamente la simbólica secreción de los resquicios de nuestras construcciones mentales.
Ni el tiempo es perceptible cuando viaja la mente, ni el espacio es mesurable cuando el viaje busca ubicar los límites del infinito.
Ni el tiempo es perceptible cuando viaja la mente, ni el espacio es mesurable cuando el viaje busca ubicar los límites del infinito.
El Argonauta Enmascarado.
<< Home