Quiero parar un instante y ver la vida pasar. Dejar que las ráfagas de velocidad se abstraigan de mi reposo temporal, en medio de la frenética y absurda competición en que hemos convertido la supervivencia que golpea masoquistamente el espíritu.
Por un momento, quiero parar y observar como corre ese flujo de angustia e incertidumbre que llena de desazón la rutinaria existencia en el absurdo espacio del “becerro de oro”.
Necesito constatar hasta donde hemos llegado. Observar nuestra ingenuidad al procurar complicarnos la existencia con un sinfín de agobios que nos llevan hasta la extenuación.
Hoy, aunque sea por un momento, quiero ver pasar frete a mí el vértigo que provoca este ir y venir, despojándome de la ansiedad y la sinrazón de un mundo con el rumbo equivocado.
Por un momento, quiero parar y observar como corre ese flujo de angustia e incertidumbre que llena de desazón la rutinaria existencia en el absurdo espacio del “becerro de oro”.
Necesito constatar hasta donde hemos llegado. Observar nuestra ingenuidad al procurar complicarnos la existencia con un sinfín de agobios que nos llevan hasta la extenuación.
Hoy, aunque sea por un momento, quiero ver pasar frete a mí el vértigo que provoca este ir y venir, despojándome de la ansiedad y la sinrazón de un mundo con el rumbo equivocado.
El Argonauta Enmascarado.
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