La rueda del tiempo sigue girando incansable en ese trayecto que se pierde en la lejanía de nuestro juicio. Todo pasa y se va acumulando en el entendimiento, alimentando el almacén de la experiencia, haciendo más práctico nuestro modo de comprender la existencia. Todo es un continuo acumular información que, en ciertas ocasiones, colapsa nuestros centros de procesamiento, llenando de agobio y ansiedad la savia activa de nuestra supervivencia. Es tan grande, en esas situaciones, la sensación de angustia y fatiga que necesitamos gritar, parar y bajar por un momento del continuo rotar del persistente ciclo y buscar más allá de la razón el atemporal instante plácido, incrustado entre las tinieblas y las materiales esencias que sustentan los principios activos.
Es ciertamente entonces, cuando percibimos la real significación de nuestra presencia con respecto a la inmensidad del espacio universal.
Es ciertamente entonces, cuando percibimos la real significación de nuestra presencia con respecto a la inmensidad del espacio universal.
El Argonauta Enmascarado.
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