Existe un sin vivir incrustado en la piel de algunas personas que es capaz de crear una desmesurada adicción. Es una desfachatez, según lo efímero de la existencia, perder el tiempo fomentando esa tristeza por el bien ajeno. Alimentar el sentimiento desagradable que se produce al percibir en el otro algo que se desea, es una manera de limitar nuestro crecimiento personal y llenar de impedimentos la relación con los demás.
Sufriendo dicho quebranto capital, provocamos una mezcla de emociones contradictorias que solamente nos conducen a avivar ese triste sentimiento de desear lo que no se tiene y vivir continuamente bajo el maléfico influjo de las inútiles comparaciones, desaprovechando así gran parte de nuestras energías, desarrollando aspectos nocivos para nuestro subjetivismo.
La envidia nos despoja de tesoros importantes como la empatía, comprensión y solidaridad.
Sufriendo dicho quebranto capital, provocamos una mezcla de emociones contradictorias que solamente nos conducen a avivar ese triste sentimiento de desear lo que no se tiene y vivir continuamente bajo el maléfico influjo de las inútiles comparaciones, desaprovechando así gran parte de nuestras energías, desarrollando aspectos nocivos para nuestro subjetivismo.
La envidia nos despoja de tesoros importantes como la empatía, comprensión y solidaridad.
El Argonauta Enmascarado.
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