
Sufriendo dicho quebranto capital, provocamos una mezcla de emociones contradictorias que solamente nos conducen a avivar ese triste sentimiento de desear lo que no se tiene y vivir continuamente bajo el maléfico influjo de las inútiles comparaciones, desaprovechando así gran parte de nuestras energías, desarrollando aspectos nocivos para nuestro subjetivismo.
La envidia nos despoja de tesoros importantes como la empatía, comprensión y solidaridad.
El Argonauta Enmascarado.
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