Sucede, a menudo, que cuando las expectativas no coinciden con lo que más o menos pretendíamos esperar o conseguir, se produzca en nuestro ánimo una sensación de confusión al no poder interpretar, seguramente en un primer momento, hechos y situaciones que en un principio intuíamos tener controladas. Ese descontrol nos atenaza y nos sorprende hasta que reaccionamos y empezamos a reconstruir nuestros planteamientos atendiendo a la nueva realidad. Sorprenderse, desconcertarse, estar confundido, aturdirse,.. Es una manera, pienso, de ejercitar nuestro sentido innato de supervivencia racional.
Fotografía: "Desconcierto"
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