Hay veces que nos quieren obligar o convencer para actuar de una manera determinada, en contra de lo que no somos o pensamos. Si no somos envidiosos, narcisistas, vanidosos, egoístas, fanáticos, ambiciosos, celosos, intolerantes, … ABSOLUTAMENTE, nunca podremos llegar a ser nada de lo expuesto anteriormente. Nos sentiremos incómodos.
Por el contrario, si el deseo de lo ajeno, la imagen externa, la creencia de superioridad, la lucha extrema por la posesión, el poder, la vehemencia ideológica, … etc, no pasan inadvertidas, entonces, RELATIVAMENTE, lo que hoy se manifiesta como un síntoma, mañana puede ser una realidad.
No somos ni podemos llegar a ser o no somos pero podemos llegar a ser. Según Parménides, aquí radica la diferencia entre ser absoluto o ser relativo.
Si no queremos sorpresas, es conveniente reconocer los síntomas de las carencias personales de nuestro entorno más cercano, antes de que lleguen a ser una desagradable e insoportable realidad.
Imagen: Parménides.
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