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Fuerzas antagónicas, cargadas de emotividad, chocan en nuestro interior con el pretexto de saciar las necesidades. El deseo y el temor luchan entre sí llenando el ambiente de conflictividad: enfrentamiento entre impulsos opuestos.
Es entonces cuando sentimos nuestra vida condicionada por semejante situación de rivalidad y desafío intrínseco.
El espacio vital se inunda de angustia y ansiedad, provocando trasformaciones de personalidad que pretenden atenuar y mitigar semejante tormento.
Conflictos no zanjados, alimentan trastornos personales.
El Argonauta Enmascarado.
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